Cada quién disfruta la música como se le da la rechingada gana, eso es un hecho. En mi caso he tenido una trayectoria un poco fuera de lo común con los tiempos digitales en los que vivimos, es decir, yo no bajo música y la gran parte de lo que escucho son discos que me he dedicado a cazar en tiendas departamentales, el Chopo, bazares o internet (¡oh, las maravillas que uno encuentra!). Entonces, de repente es difícil abrir un disco y descubrir que no era lo que esperabas... te estoy viendo a ti Suffocation. Ni modo, gajes del oficio.
De repente me puse a pensar en cuál es el proceso para apreciar o botar un disco (descargado o comprado) en la fina línea entre el amor, la indiferencia o el odio.
Existen 4 categorías de apreciación de un disco:
1. El Adictivo. Prácticamente te hallas escuchando como zombie el disco una y otra vez. Algo tuvo que de plano no lo sueltas, asoleas a tus amigos con qué tan bueno está el álbum y cómo son unos peleles al desconocer la existencia del mismo. Básicamente tu novia ya te odia porque es lo único que pones en el carro y no paras de habla de la banda. A todos nos ha pasado (¿qué haría sin mi continua adicción a Metal Church?)
2. El "grower". Es un álbum que al principio no le hallas. ¿Qué chingados le ven a esta cosa? Ves como medio mundo lo vanagloria y tú ni la más puta idea del porqué. A todos nos llega a pasar que un disco no hace un clic inmediato en nuestros tímpanos, pero cuando lo escuchamos una segunda vez nos gusta más que la primera, más que la tercera, más que la vigésima vez que lo escuchamos. Algunos son de lento crecimiento y necesitas darle una segunda oportunidad 3 meses después; a veces no estabas listo para apreciarlo al full.
3. El OK. Son esos discos que ni nos desagradan, pero que no nos vuelven locos. Están y ya. Es más, compraste un disco, lo escuchaste un par de veces y te das cuenta que ves tu vida con los mismos colores con la que la veías antes de escuchar el álbum. Un año después lo encuentras en tu iPod y ni recordabas que lo tenías, lo vuelves a escuchar y tu opinión no cambia. A veces se disfruta a veces no, pasa.
4. El 'ni aunque fuera el último disco sobre la fas de la tierra lo vuelvo a escuchar en todo lo que queda de mi vida'. Todos hemos tenido ese pinche disco que llegamos a la quinta rola y no sabemos si es mejor sentarnos a llorar decepcionados (sobre todo si es una banda favorita o que seguimos) o si debemos prenderle fuego como tributo a los dioses del verdadero metal (el autor no se hace responsable por las creencias filosóficas o espirituales de los lectores de este blog o los metaleros y a cuales dioses adulan o creen verdaderos) y nunca más volverlo a escuchar en lo que nos queda de vida. Es el Rocky V de tu colección; simplemente no existe, niegas su existencia o simplemente te vas a tu rincón feliz en tu mente y te olvidas de lo que escuchaste.
Por el momento no he tenido un disco que me mande a terapia, por fortuna, pero sí he tenido discos qque de plano he odiado y hasta la fecha no supero (te veo a ti Suffocation).
Cabe recordar que esto habla de GUSTOS no de calidad musical. Es decir, hay discos que muchos aclaman como Blessing in Disguise de Metal Church que yo de plano no trago por más que lo intente. A todos nos pasa. Sin embargo, hay de procesos a procesos.
Si a la primera no te convenció, escucha el disco una segunda vez con volumen MÁS ALTO (es metal, All hail de lords of the LOUD!).
Si a la segunda no te termina de convencer, chance es un grower.
Si a la tercera no te late. Déjalo por la paz. Escúchalo en 3 meses.
Si en tres meses de plano no lo logras, déjalo ir. No es para ti.
Para terminar esta entrada quisiera citar a un ranchero metalero que me topé en León cuando me preguntó cuál era mi banda favorita y no supe qué responder: "En el metal no tienes una banda favorita, todo el tiempo la estás cambiando conforme te vas sintiendo."
Échenle una escuchada a sus discos y no se aflijan por los que a ustedes no les laten y a los demás sí. PASA.
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